Tiempo de Cambiar: COVID-19, Conectividad e Igualdad

Al entrar las sociedades en confinamiento, las niñas y mujeres se vuelven más vulnerables que nunca a una exclusión perjudicial. La conectividad es un derecho y un vital salvavidas para millones de niñas y mujeres.

La conectividad telefónica y el acceso al Internet deberían ser derechos fundamentales para todas. Pero hoy, a pesar de los avances, siguen siendo privilegios. Casi la mitad de la población mundial permanece desconectada; con niñas, mujeres y grupos marginados con menos probabilidades de tener acceso a la tecnología. Esto ya era una grave desventaja. Ahora, a medida que la pandemia de COVID-19 ha situado tantas facetas de la vida diaria en línea, esta falta de conectividad se ha vuelto aún más alarmante.

DISPARIDAD DIGITAL

El Internet ha evolucionado de ser un activo de lujo a un servicio clave y un bien público.  Sin embargo, 3.600 millones de personas permanecen fuera de línea. Las disparidades digitales reflejan la desigualdad y la discriminación que existe en la sociedad en general, con el acceso más bajo entre los menos privilegiados. En países de ingresos bajos y medios, 433 millones de mujeres no están conectadas y 165 millones menos mujeres que hombres poseen un teléfono móvil. Los niños tienen 1,5 veces más probabilidades de poseer un teléfono que las niñas y — entre quienes sí tienen teléfonos — los niños son más propensos que las niñas a poseer celulares inteligentes. La brecha mundial de usuarios de Internet es del 17% y la brecha digital de género existe en todos los países y continúa creciendo. Ninguna sociedad es inmune.

Sabemos por epidemias previas, como la enfermedad del virus del Ébola, que éstas magnifican las desigualdades ya existentes. El 91% de la población estudiantil mundial se ve impactada actualmente por el cierre general de escuelas en 191 países y, sin acceso en línea a métodos alternativos de escolarización, las niñas y las mujeres jóvenes enfrentan una exclusión cada vez mayor.

“LA TECNOLOGÍA PUEDE SER UNA LÍNEA VITAL DE DEFENSA”

LA EXCLUSIÓN FINANCIERA AFECTA A LAS MUJERES EN LAS CRISIS

El comercio en línea y el dinero móvil es ahora un fenómeno creciente, con más de mil millones de cuentas registradas y cerca de US $ 2 mil millones en transacciones diarias. Los productos digitales están llegando a las pantallas de un número creciente de usuarios de bajos ingresos, incluida la gente joven. Sin embargo, 1.700 millones de personas permanecen excluidas financieramente de la economía digital — y las mujeres representan el 56% de estas personas financieramente excluidas. Esto puede significar que los programas esenciales de transferencia de efectivo no lleguen a las mujeres en tiempos de crisis.

Las restricciones del ‘confinamiento’ han dejado a millones de niñas, mujeres y personas de todos los géneros vulnerables a una creciente pandemia en la sombra, la violencia, incluida la ciberviolencia de género y la preparación y reclutamiento de niñas y niños para su explotación sexual, en un contexto de acceso limitado a la ayuda. Para estas personas, la tecnología puede ser una línea vital de defensa, ya sea por medio de servicios de mensajería instantánea con función de geolocalización, llamadas gratuitas a líneas de ayuda contra el abuso doméstico, o aplicaciones discretas que brinden apoyo e información disimulados a sobrevivientes en caso de ser vigiladas por sus abusadores.

Pero para aquellas personas sin acceso a un teléfono, estos servicios igual podrían no existir. Debemos asegurarnos de que las soluciones no solo se centren en la tecnología de punta, marginando aún más a niñas y mujeres sin estos recursos. Se requiere un enfoque dual: asegurar la conectividad total para todas las personas, y atender a aquellas que no están en línea.

DEBEMOS LUCHAR POR LA CONECTIVIDAD UNIVERSAL

El acceso al Internet debe ser un derecho humano y debemos ser radicales y ambiciosas en nuestro pensamiento — luchando por la conectividad universal. Dado que la mayoría de las personas accede al Internet a través de dispositivos móviles — en países de bajos ingresos, sobre todo — los operadores de redes móviles y los proveedores de servicios de Internet desempeñan un papel central para facilitar el acceso. Los gobiernos y la sociedad civil pueden exigir acceso gratuito o barato al Internet para aquellas personas que no puedan pagarlo — ya sea por medio de menores costos para paquetes de datos; la exención de límites y tarifas adicionales en el uso de datos; o sitios web importantes con exención del IVA, tales como aquellos con contenido educativo clave. Los proveedores de servicios también necesitan que los gobiernos proporcionen un entorno regulatorio alentador para ayudar a mantener la conectividad a medida que se incrementa la demanda.

Y garantizar la conectividad es tan solo el primero de muchos pasos. Para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y no dejar a nadie atrás, necesitamos alfabetización digital que no discrimine. Darles a las niñas y a las mujeres no sólo acceso a los recursos digitales, sino también el conocimiento, la capacitación y la confianza para diseñarlos y usarlos, garantizará que no sean marginadas aún más en un mundo cada vez más digital.

COVID-19 ha sido la fuerza global más disruptiva en una generación — y donde hay disrupción, existe el potencial de reconstruir, reinventar y crear un mundo radicalmente mejor. Nos encontramos ante una encrucijada: podemos permitir que la crisis de COVID-19 refuerce los peores impactos de la brecha digital de género; o podemos usar esta crisis para acelerar el cambio, expandir horizontes y conectar a millones de niñas y mujeres en línea. El momento de actuar es ahora.

Por Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres, y Anne-Birgitte Albrectsen, directora ejecutiva/consejera delegada/directora general de Plan International

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