Irlanda: ¡Aún no me he rendido, la historia de mis triunfos y sueños!
“Casarme, tener hijos y dedicarme a mi hogar”; eso es lo que me repetían mis padres y con esos estereotipos tan enraizados crecí. Ya en mi edad adulta, iba a trabajar a una taguera y después de eso me dedicaba a las tareas del hogar. En mi vida no había nada más. No creía en mí y pensaba que el liderazgo era una cualidad que podría tener cualquier persona menos yo.
Tengo 47 años y vivo en la comunidad Bajo de Afuera del cantón Montecristi. Mi hermano era líder de la comunidad bajo la supervisión de Plan International y hace 12 años me invitó a prestarle apoyo en unos programas. A partir de ese momento la lucha fue mayor porque vinieron los comentarios desagradables y desmotivantes de la familia y de los extraños.
Por el contrario, mi hermano me impulsaba a buscar un sentido a la vida y argumentaba que la oportunidad estaba frente a mis propios ojos. Tenía 34 años cuando decidí aceptar su consejo y me dediqué por completo a seguir las clases que se dictaban en los talleres de Plan. Pronto formé parte del programa “Escuela de Liderazgo: Quiero Ser” y mis metas y aspiraciones cambiaron radicalmente. Fue ahí que tomó fuerza la idea de convertirme en lideresa y acabar con los miedos que me ataban a una vida que, para mí, no tenía ningún sentido.
Mi hermano hizo todo lo posible para que el entorno gris opacado por las relaciones familiares negativas se transformara progresivamente en un ambiente más grato. Poco a poco mis padres y mi hermana fueron comprendiendo la labor que realizábamos por medio de la ONG y todo mejoró hasta el punto de sentirme feliz y tranquila con mi vida.
Este estado de alegría se interrumpió en el 2019 con un triste acontecimiento. Mi hermano, quien era mi motivador, mi guía y mi inspiración falleció. Aceptar su partida fue muy difícil y en este periodo la salud de mis padres se deterioró mucho, por lo que me vi obligada a dejar mi trabajo para dedicarme a sus cuidados. Si bien no me desligué por completo del voluntariado en la organización, los problemas económicos no se hicieron esperar. Y dos años más tarde falleció mi mamá.
La respuesta de Plan International no se hizo esperar, desplegaron su ayuda humanitaria y me concedieron una beca de estudios que me ayudó a acceder a trabajo estable. Fue así como aprendí bordados, pintura, manualidades y hasta barbería, lo que me ha permitido asegurar mi sustento. Yo nunca imaginé que podía terminar mi bachillerato, pero lo logré, hace un año pude obtener mi título de bachiller.

Entre las capacidades más valiosas que he adquirido, destaco que aprendí a ser empática con los demás. Ser lideresa me exige organizar mi tiempo para estar siempre activa, sin descuidar la atención que debo prestar a mi familia.
Mis metas personales están definidas. Estoy ansiosa por culminar un curso de enfermería y obtener pronto mi título profesional para obtener un mejor trabajo y ayudar económicamente a mis padres. Además, quiero disfrutar de mi oficio de barbera, que me apasiona, y sueño con abrir una barbería en mi comunidad y dictar talleres sobre esa actividad.
Mi transformación ha sido muy notoria, solía ser callada, tímida y seria yo vivía enfocada únicamente en las labores domésticas. Era tan retraída que me daba miedo expresar mis opiniones y prefería quedarme con la duda de algo antes que preguntar. Ahora soy muy diferente, más alegre, me gusta mucho colaborar, estudiar y ser participativa.
Puedo decir abiertamente que soy una persona diferente que ha dejado de lado los miedos, temores y vergüenza para hacerme cargo de mi posición como lideresa de la comunidad. Por más difícil que haya sido el proceso no me arrepiento de esta decisión y mi mayor anhelo es que otras personas se involucren como yo lo hice y experimenten esta transformación positiva.
Autor: Alex Vinces, Facilitador de Patrocinio
Oficina Manabí