Entre sonrisas y aprendizajes: La historia de María y su compromiso comunitario

En Santa Elena, una provincia costera ecuatoriana, vive María, una voluntaria de rostro alegre que con elocuencia relata su historia, una historia inspiradora y admirable.

Casi al medio día, bajo el sol de verano, María junto a cuatro lideresas comunitarias nos recibieron a parte del equipo de Plan que fue a conocer el centro comunitario, aprender de sus actividades y buscaban retratar el trabajo del voluntariado a través de un video. El centro comunitario estaba en medio de una zona árida de Santa Elena, a su alrededor, se apreciaban viviendas de personas que en esa comunidad han depositado su confianza en voluntarias como María, mujeres comprometidas en apoyar a que la niñez y la juventud salgan adelante y tengan el futuro digno que se merecen. Al llegar al centro, era evidente como el cuidado del lugar se mantenía día a día, la pintura, los letreros, las sillas y todo el espacio estaba ordenado con cuidado y listo para recibirnos.

Después de conocer el espacio, María nos contó que su vida ha sido servir a la comunidad, ella inició su voluntariado hace 28 años, cuando Plan International implementó el programa de patrocinio en su provincia. María recuerda que, entre encuestas e identificación de familias en situación de vulnerabilidad, tuvo un arduo trabajo para promover la confianza de la comunidad en ella, el voluntariado y Plan y así cuidar de las niñas y niños de la zona. El objetivo principal era que sean niñas y niños felices, con hogares donde estén protegidos, libres de violencia y dentro de una comunidad con oportunidades para su futuro. “Yo iba de casa en casa y ayudaba a que las niñas y niños compartan en el centro para que no corran peligro en las calles”.

María nos explicó junto a las otras voluntarias que en esa zona se necesitaba mucha ayuda, que, tanto en las casas como las calles, las niñas y niños corrían peligro de violencia y que era necesario continuar con el apoyo para tener espacios seguros de aprendizaje, educativos y protección de sus derechos. María unió su experiencia siendo voluntaria con su amor por la labor comunitaria, algo que la impulsó a fortalecer continuamente sus conocimientos en derechos de la niñez y empoderamiento.

Ahora, María es defensora comunitaria certificada, un rol sumamente complejo ya que aporta en la mediación de problemas con las familias de su parroquia; esta labor involucra un gran sentido de empatía, solidaridad y fortaleza. “Aquí hay muchas familias que necesitan ayuda porque hay violencia”, nos cuenta María profundizando sobre cómo la presencia de ellas como voluntarias y el apoyo de Plan es trascendental para que en su comunidad se aprenda sobre temas importantes como alimentación nutricional adecuada, prevención de la violencia, salud sexual y reproductiva y protección de las niñas y niños. Mientras nos hablaba de estos temas sacó del escritorio folletos de Plan titulados “La Receta Completa” (una guía de nutrición), “Ponle los 6 sentidos” (una campaña para identificar casos de abuso sexual), y otros materiales que se han entregado en su comunidad con el acompañamiento necesario para que las familias usen esa información y por ende su comunidad prospere y se desarrolle.

La vocación de María radica en su rol de educadora, un trabajo que aparte del voluntariado, ha realizado toda su vida. “Me gusta aportar en el bienestar familiar y mucho más cuando se trata de la educación de niñas y niños” nos comentó con una tierna sonrisa. Además de educadora, en un proyecto de desarrollo infantil impulsado por Plan International, ella fue enfermera en su comunidad. Al recordar sus experiencias en la comunidad desde su pasión por el voluntariado, María menciona que, junto con otros actores locales, ha desarrollado campañas principalmente de salud sexual y reproductiva para mujeres y para la donación de útiles escolares a niñas y niños.

Escuchar a María es envolvente, su amor y compromiso por el voluntariado se percibe en cada frase y en sus palabras de agradecimiento; ella irradia felicidad por el rol que ha tenido a lo largo de su vida y el trabajo con Plan. “Yo seguiré en esto no sé hasta cuándo, pero feliz de ayudar”, nos dijo haciéndonos reír con su efervescencia y cariño al equipo de Plan. En ese momento todas y todos supimos que ella es una educadora innata, una mujer con voz que empodera, guía e inspira. Y es así que actualmente capacita a madres y padres en crianza positiva y paternidad activa y otros temas dando, como ella mismo lo plantea, “el mejor de su esfuerzo y entrega”.

Antes de despedirnos y después de escuchar muchas anécdotas, necesidades, palabras de agradecimiento y lecciones aprendidas, nos dijo: “Cuando doy los talleres me siento feliz, siento que estoy ayudando a prevenir violencias y problemas familiares. Con ver estudiar y sonreír a las niñas y los niños, soy feliz”.

La vida de María ha sido elevada con su bondad, tenacidad y amor por el voluntariado. Junto a las cinco mujeres que nos recibieron esa tarde, nos demostraron cómo con el apoyo y la determinación pueden cambiar e impactar vidas.

“Queremos seguir ayudando, su apoyo sirve y lo valoramos mucho”, fueron palabras de una defensora comunitaria quien con lágrimas en los ojos quiso expresar su agradecimiento junto a María.

Después de despedirnos y con emoción diciendo adiós con las manos, el pensamiento fue “María es una mujer maravillosa, debemos escribir sobre ella y hacer que su legado comunitario sea conocido”, y así se empezó a escribir esta historia.

Autora: Andrea Aguirre, Analista Senior de Comunicación

Plan International Ecuador

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