Melina, de la adversidad al triunfo
Melina nació en la provincia de Manabí, cantón Rocafuerte. Actualmente tiene 25 años y describe su historia como un camino marcado por la resiliencia, el empoderamiento y la valentía.
“Crecí viendo el ejemplo emprendedor de mi mamá y papá, Lorena y Lucio. Mi papá tenía un depósito de madera para construcciones, y mi mamá fue la primera mujer en trabajar como despachadora de buses en Manabí”, afirma orgullosa. Desde los 10 años, Melina acompañaba a su madre al trabajo, lo que le permitió ser testigo de lo fuerte que era ella. “Cuando trabajó en una empresa de pescado, vi con dolor y tristeza cómo las manos de mi mamá se lastimaban por las escamas”, narró Melina.
Hace cinco años, sus padres se separaron debido a una infidelidad de su papá, lo que les dejó sin su apoyo económico y con deudas considerables. Junto a su madre y hermanos, Joshua y Melany, tuvieron que encontrar una manera de salir adelante. “Decidimos emprender un negocio de empanadas típicas de Manabí; las empanadas son un plato típico de la provincia de Manabí hecho a base de una masa fina de verde cocinado, rellena de queso, pollo o carne y se la fríe. Aunque no me gustaba hacer empanadas, me levantaba con amor y firmeza para apoyar a mi mamá”, mencionó Melina al recordar el apoyo que como hija quiso dar a su familia. Evidenciando que con determinación se pueden hacer grandes cosas. Paralelamente, su mamá compraba productos químicos de limpieza al por mayor y los envasaba en botellas pequeñas para vender a los vecinos. Con sus hermanos, decidieron ayudarla, ya que era un ingreso extra necesario.
Poco tiempo después las ventas de empanadas empezaron a decaer y tuvieron que cerrar el negocio. Su mamá decidió comenzar a vender encebollados, una sopa de pescado típica de Ecuador. Melina recién se había graduado del colegio y, al no tener aún los recursos para continuar sus estudios universitarios, decidió seguir apoyando a su mamá. Ahora ayudaba en la preparación del encebollado, picando yuca, pelando pescado y atendiendo a los clientes.
Melina y su madre Lorena, tenían el deseo de superarse, así que aprovecharon la oportunidad de hacer un curso de enfermería. “Vendíamos encebollados de lunes a viernes y estudiábamos los fines de semana”, relata la joven. Y aunque en ese momento no tenían suficientes recursos para que ambas sigan estudiando, Melina le propuso a su mamá que continúe con el curso de enfermería mientras ella perseguía su sueño de ser profesional. Justo en ese tiempo, logró ingresar a la universidad pública para estudiar leyes. En su momento, Lorena terminó su curso y se convirtió en bombera voluntaria, mientras Melina continuaba sus estudios de leyes.
Para su familia, sin embargo, la crisis económica se mantenía, los recursos eran fluctuantes y los gastos aumentaban. Enfrentaron muchas dificultades, en ocasiones Melina con tristeza se preguntaba por qué tenía que madrugar todos los días; ella no tenía computadora para estudiar y hacía sus deberes desde el teléfono. “Sentía que no era justo, ya que otros jóvenes tenían computadoras para presentar sus tareas a tiempo, jugaban y se divertían. Mientras tanto, yo tenía que trabajar, madrugar y ahorrar para comprarme una computadora, la cual logré adquirir cuando estaba en el cuarto semestre de la universidad. Me sentía muy cansada y agotada”.
Melina trabajaba como mesera en un hotel-restaurante-salón de eventos en su cantón Rocafuerte, ganando $25 por día. Las jornadas eran largas, los sábados y domingos de 2 pm a 4 am, ella debía lavar los utensilios, ordenar el local, servir a los comensales y, al finalizar el evento, junto a su equipo de tres personas, dejar todo el local limpio. Después de varios meses, debido a su disciplina y buen trabajo, fue ascendida a recepcionista, obteniendo un salario fijo de $200 mensuales; que es más bajo que el salario básico en Ecuador que en ese entonces era de $400; a pesar de esto, con ese dinero logró costear sus estudios.

La pandemia de COVID-19 trajo nuevas dificultades. “Perdí mi trabajo en el sector hotelero y, una noche, acostada en mi cama, pensé en cómo seguir adelante. Recordé cómo mi mamá y yo habíamos vendido productos de limpieza, así que decidí retomar esa idea”, mencionó Melina. Su visión era que, en una emergencia sanitaria, los productos de limpieza iban a ser necesarios. Esta joven emprendedora contactó a un proveedor y, con solo $20, compró cinco galones de productos de limpieza (suavizante, jabón líquido, champú y detergente líquido) y botellas plásticas de 500 ml. De cada galón obtenía ocho botellas, y cada una la vendía en su comunidad a $1. Su mamá le decía que estaba loca por salir a vender en plena situación de emergencia, pero Melina se sentía optimista y determinada a hacerlo. “Caminando” como lo describe Melina ella logró recuperar su inversión y generar ganancias, su emprendimiento había funcionado.
En medio de una crisis sanitaria, encontró la oportunidad ante la adversidad, logró ofrecer 22 tipos de productos para el hogar, las mascotas y carros. Su optimismo y perseverancia la llevaron a ser reconocida en su comunidad por su emprendimiento; gracias a ello, recibió la donación de una bicicleta de parte de un señor que se inspiró con su historia. Este medio le ayudó a transportarse y potenciar su negocio.
“Como anécdota, recuerdo un día en que se me fueron los frenos de la bicicleta y me estrellé contra una cerca. Terminé raspada, con dos galones de cloro explotados y dos champús derramados. Hoy sonrío al recordar esos momentos porque ahora me siento una mujer económicamente independiente que, con esfuerzo y trabajo, he logrado costear mi educación”, indicó Melina.

Actualmente ella es abogada y continúa vendiendo sus productos de limpieza a menor escala y encebollado los fines de semana. Trabaja de manera independiente, defendiendo los derechos de las personas especialmente de la niñez en Rocafuerte y Tosagua. Con sus primeros ingresos como profesional, costeó un curso de Mediación y ahora una maestría en Constitucionalismo Contemporáneo y Gobernanza Local.

“Desde mi adolescencia, he sido voluntaria, Plan International ha sido crucial en mi desarrollo, proporcionándome conocimientos y apoyo a mi emprendimiento; me donaron una vitrina como capital semilla. En mi tesis, agradecí a Plan por ayudarme a creer en mí misma y trabajar por mis sueños”, indicó finalmente Melina.
Hoy Melina asegura que, a pesar de las dificultades, cada esfuerzo ha sido necesario para salir adelante y apoyar a su familia. Ella se siente orgullosa del camino recorrido y agradecida por todas las oportunidades laborales que se le han presentado.
Autora: Josselyn Bazurto, Técnica de Sostenibilidad
Oficina Manabí