Testimonio de una sobreviviente víctima de violencia, que ahora apoya a otras mujeres a identificar y prevenir situaciones de violencia

 “Yo tenía dieciséis años y estaba comprometida con el hombre a quien llamé ‘el amor de mi vida’ y con una venda en los ojos duré 15 años a su lado. Él me cortó las alas para no volar”, mencionó Keila una mujer de 50 años sobreviviente de violencia de género. 

Con un gesto de tristeza e ira, Keila suspira, y narra que, en el pasado, debajo de su cama había un machete. Por muchos años, para dormir trataba de cerrar sus ojos, pero una voz fuerte y amenazante, con aliento a alcohol, la atemorizaba, y la obligaba a tener relaciones sexuales, mientras el machete sonaba. 

Su pareja de ese entonces ejercía una conducta violenta y de machismo que, entre otras cosas, le negó a continuar con sus estudios, por lo que Keila logró culminar únicamente la educación básica. Las manos de Keila tienen ampollas por lavar ropa ajena. Ella recuerda además, a su papá enfermo y que su familia le restringió que le visitara. Sus días cada vez eran más grises, no tenía salida.  

 Tiene tres hijas mujeres y un hijo hombre. Su familia fue víctima del daño colateral de la violencia intrafamiliar que se vivía en su hogar, “¡sufría mucho, sufría mucho!” exclamó Keila.  

Su rostro y gestos cambian con un tinte de felicidad cuando recuerda que, a sus 23 años, Plan International llegó a la comunidad donde ella vivía. Keila participó en las reuniones a las que le convocaban, aunque su agresor le decía “ya te vas a ver con otros hombres”.   A pesar de que sentía mucho temor luego de escuchar esas palabras, Keila continuaba asistiendo a las reuniones donde las participantes compartían información y aprendían sobre derechos de las mujeres e igualdad de género, prevención y rutas de denuncia, así como, sobre otros temas relacionados que llamaban su atención a la luz de lo que estaba viviendo.  

Después de capacitarse y ser parte de varios talleres enfocados en el empoderamiento de las mujeres, Keila empezó a trabajar en una empacadora, lo que le permitió tener independencia económica, y ver la vida de una manera diferente a la que estaba acostumbrada. Ella descubrió que podía decidir sobre su vida y que no merecía ser violentada. 

Al cumplir sus 31 años, logró alzar su voz y demandar a su agresor, a pesar de que su familia se opuso a esta decisión. Ella, reconoce que, gracias a los conocimientos adquiridos sobre la ruta de denuncia de la violencia de género, consiguió emitir una boleta de auxilio y así separarse de quien fue su pareja. 

Keila menciona que darse cuenta y tener la oportunidad de salir del círculo de violencia le permitió volver a conectarse con sus sueños y continuar con su vida. Es así que, inició los estudios del bachillerato junto a su hija, y desea estudiar para ser tecnóloga en Promoción Social. Además, afirma con convicción que a pesar de las limitaciones económicas cumplirá su meta de culminar sus estudios.  

Keila se considera una lideresa; ella es también voluntaria de su comunidad. Por su carisma, honestidad y su espíritu colaborador, llegó a ser secretaria, tesorera y presidenta de su comunidad. En la actualidad, es la presidenta de la Escuela de Política y Soberanía Alimentaria, grupo comunitario en el cual lidera el desarrollo de 28 huertos. Como parte de este proyecto, Keila y 20 mujeres más, elaboran insumos orgánicos para la recuperación del suelo y las semillas. Las hortalizas cosechadas de los huertos son comercializadas en la feria “Plaza Campesina” de su cantón.  

Keila enseña a sus compañeras sobre igualdad de género y prevención de las violencias.  Su liderazgo aporta para que en su comunidad se logre romper patrones culturales machistas y negativos. Sueña que las mujeres y familias vivan en espacios seguros y libres de violencia.  

Como voluntaria, también apoya en otros programas que Plan International implementa. Por ejemplo, en el proyecto de Primera Infancia que promueve que niñas y niños sean resilientes y saludables, y que estén protegidos de la violencia.  

“Me gusta apoyar a mi comunidad, quiero ser recordada como aquella mujer que compartió sus conocimientos y testimonio de vida a las y los jóvenes, dejándoles un legado de superación y lucha”, indica. 

“Nadie debe dominarnos, nosotras tenemos derechos, pero sobre todo tenemos derecho a ser libres y estar seguras en nuestros hogares o en la calle. Hago un llamado a las mujeres a que aprendamos sobre nuestros derechos y alcemos nuestras voces de lucha para que prevalezca nuestro derecho a la vida”, finalizó.

  

Plan International trabaja en la prevención y respuesta a la violencia basada en género a través de distintas iniciativas que incluyen la promoción de mecanismos comunitarios de protección y rutas de denuncia a la violencia. De acuerdo a datos oficiales, actualmente en Ecuador, 65 de cada 100 mujeres de 15 a 49 años han experimentado alguna forma de violencia.1    

Si conoces algún caso de violencia basada en género denúncialo al 1800 DELITO o llama al ECU 911, tú ayuda puede salvar la vida de mujeres y niñas. 

1 ONU Mujeres, https://ecuador.unwomen.org/es/noticias-y-eventos/articulos/2021/12/protocolo-investigacionfemicidios#:~:text=En%20Ecuador%2C%20las%20estad%C3%ADsticas%20oficiales,2014%20a%20noviembre%20de%202021 

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