Mishell
La historia de Mishell nos inspira y demuestra el optimismo con el que las niñas y jóvenes inciden, actúan y luchan para acelerar el reloj, es decir, para lograr la igualdad en menos tiempo, con el apoyo de todos los actores de la sociedad.
Me gusta jugar fútbol. Soy mujer, soy femenina, pero disfruto cuando juego fútbol. Lo mío es estar adelante, como delantera. Siempre que juego anoto algún gol. A 15 minutos de mi casa hay una cancha de tierra, a donde vamos con mis vecinos cuando queremos jugar. Cerca de mi casa hay otra cancha, pero no me gusta ir allá porque hay muchos hombres y me quedan viendo un poco raro.
Siempre he pensado que el fútbol es un deporte hermoso, pero no lo practico de forma profesional, ni siquiera amateur, ya que debería entrenar, pero ahora no tengo mucho tiempo. “Mishell, anda arriba”, me dicen mis amigos, y yo me quedo como delantera y meto goles. Me gusta el fútbol tanto como bailar, que últimamente es lo que más hago. Creo que el fútbol como destreza y el baile están muy cerca. En la casa bailo con mi mamá. No todos pueden bailar, pero yo veo que ella lo hace súper bien, y de ella heredé el gusto.
Antes me hubiera dado vergüenza bailar, pero he ido trabajando mi autoestima. Cuando era niña me avergonzaba. Que era una niña cohibida, me decían. Y tenían razón, porque me daba vergüenza dar mi opinión. No participaba en las actividades porque me faltaba confianza, principalmente, para equivocarme. Ahora entiendo que equivocarse es parte del proceso de aprendizaje, y está bien.
Estar en Plan International me ha ayudado a aprender sobre autoestima y confianza, cualidades que yo considero importantes para todos, durante toda la vida. Ya sea en una exposición en el colegio o después en un trabajo, siempre será importante estar segura de mí misma. También he aprendido mucho sobre empatía y compañerismo. No debo juzgar a nadie, ni a mis vecinos ni a mis amigas, ya que no sé cuáles son sus circunstancias, cómo están pasando en su vida, en su escuela o con su familia. De la misma manera, he aprendido que no debo juzgar a mi padre. Aunque él no ha sido tan machista en su vida, sí ha habido comentarios que denotaban esta cualidad. Conmigo nunca pudo hablar de temas de género o de sexualidad, porque no sabía cómo hacerlo. Al contrario, yo le he ido enseñando lo que he aprendido en los talleres. Esta ha sido una de mis pequeñas trincheras. Mi papá sí ha podido hablar con mi hermano menor sobre temas de sexualidad. Muchas veces escucha las reuniones virtuales en las que participo y me pregunta lo que no entiende. Yo le explico el tema cuando puedo. Sí he visto un cambio en mi familia nuclear, que se ha extendido a mi alrededor, a mis tíos, mis primos, mi abuelita, para quien ha sido un reto hablar de machismo y del rol de la mujer. Siempre que ella me ve en algún video, me llama y me felicita. Sé que apoya mi lucha y esa es su manera de demostrarlo.
Por lo general, en las familias ecuatorianas son machistas y hay mucha desigualdad dentro del hogar. Con el tiempo, dentro de mi familia hemos podido identificar algunas prácticas machistas y las hemos ido cambiando. Me siento bien con ellos porque siempre me han apoyado en esto. Por ejemplo, siempre nos distribuimos las tareas del hogar. Otro ejemplo es que mi papá nunca me prohibió jugar fútbol, al contrario, me incentivaba a entrenar. Él quería que fuera deportista o periodista deportiva. Al final, le salí activista por la igualdad de género.
Ser activista no es fácil, con el tiempo he aprendido que no siempre se debe hablar tan abiertamente. Especialmente en esta época. Yo sostengo mi postura con respeto, pero a veces debo evitar algunos temas porque la gente no está preparada para discutirlos. Lo más seguro es que la otra persona no cambie por los dos minutos que yo hable. Todo requiere un proceso. He aprendido que debo ser cauta para que no me maltraten. La gente a veces es muy sensible cuando escucha que sus acciones están afectando a otras personas.
Por eso, para hablar, para ser activista, debo sentir que el momento es apropiado para opinar libremente. Debo sentirme segura y saber que, aunque la gente no piensa como yo, se va a mantener la línea de respeto. En redes sociales es casi imposible entablar una discusión con argumentos. Ahí cualquier persona puede hablar y tacharte de cualquier cosa. Para mí, el espacio que fomenta el Movimiento Por Ser Niña es seguro, es un lugar donde puedo ejercer mi activismo, incluso en línea. Desde la pandemia del covid-19 mantengo mis redes sociales privadas, para controlar con quién interactúo, porque son personas que conozco y muchas veces son de mi círculo cercano.
He aprendido que debo ser precavida en las redes. Entre las medidas que he adoptado están que solo intercambio páginas de confianza con mi grupo, no coloco mi ubicación actual y solamente acepto a personas conocidas o familiares. Sin embargo, el mejor consejo que puedo dar es no subir fotos con el uniforme del colegio ni fotos con referencias físicas, como una calle o algún edificio con los que se pueda relacionar el colegio o la universidad.
Normalmente, comparto bastante contenido que aporta, realizo webinars y foros. Estas publicaciones se utilizan en el Movimiento Por Ser Niña y en otras organizaciones que hacen activismo. Esta es mi forma de apoyar a quienes luchan por los derechos de las niñas y adolescentes. Siempre espero que más gente conozca lo que hago para generar conciencia. Antes no existían estos espacios virtuales, pero ahora hay que aprovecharlos.
Ahora estudio comunicación y trabajo en un proyecto del Municipio de Guayaquil que consiste en realizar talleres para que las niñas mejoren su autoestima y tengan confianza en sí mismas. Comparto todo el conocimiento que una vez recibí de personas que fueron muy buenas conmigo, que tuvieron paciencia y vieron algo en mí que ni siquiera yo había visto en ese entonces. Me gusta cambiar la vida de muchas niñas, porque sé que ellas también harán nuevas pequeñas trincheras para lograr un mundo mejor nuevas pequeñas trincheras para lograr un mundo mejor.
Aún faltan 131 años para lograr la igualdad de género[1]. En Plan International trabajamos para que el optimismo perseverante de las niñas y los niños, de nuestro equipo y de nuestros socios reduzca el tiempo que las niñas y mujeres deben esperar para tener igualdad de derechos.
Con tu donación podemos acelerar el reloj. Dona en https://plan.org.ec/donar/
¡Somos Plan International y no nos detendremos hasta lograr la igualdad!
[1] Foro Económico Mundial, junio 2023.