UNIRSE POR LAS NIÑAS, EN TIEMPOS DE COVID-19

1 ABRIL 2020

Mientras la pandemia COVID-19 continua, Anne-Birgitte Albrectsen, CEO de Plan International, reflexiona sobre los efectos que tendrá en las niñas de todo el mundo y qué se debe hacer para mitigarlos.

“Nunca viví una situación igual. Nunca pensé que tendría que vivir algo así. Necesitamos cuidarnos”.
Amelia, 16, San Juan (República Dominicana)

¿Qué pasaría si la COVID-19 te quitara todas las oportunidades de la vida para siempre, no solo por tres o seis meses? Existe un riesgo real para millones de niñas y mujeres jóvenes en todo el mundo.

La COVID-19 podrá no discriminar, pero la sociedad sí lo hace. Las implicancias de edad y género en una pandemia son claras. Las niñas, los niños y los jóvenes más vulnerables quedan desprovistos de servicios vitales cuando cierran las escuelas, desde las viandas escolares hasta la protección social. Mientras que la salud de las niñas y los niños parece estar menos comprometida por la COVID-19, el brote afectará profundamente el mundo en el que se desarrollan y crecen. Si su mundo y su potencial personal ya es limitado, la aparición de la COVID-19 le añade más riesgos y peligros. La caída económica afectará fuertemente a las niñas y mujeres de los países con más privaciones, con un marcado aumento en la carga de trabajo doméstico de cuidado no remunerado y millones de niñas arrastradas al matrimonio infantil, al tráfico sexual y al sexo de supervivencia a causa de la pobreza y la recesión. El abuso y las complicaciones de los embarazos adolescentes también serán parte de la crisis sanitaria causada por el virus. De estas complicaciones no se vuelve rápido —si es que se vuelve.

La discriminación es universal. En el Reino Unido, de las tres millones de personas que actualmente perciben salarios bajos por llevar adelante trabajos de alto riesgo en relación con la COVID-19, el 98% son mujeres. En la provincia de Hubei (China), donde se inició el brote, los activistas registraron un aumento del 200% en la violencia doméstica, en los que más del 90% de los casos estaban vinculados con medidas de aislamiento. A escala mundial, cerca del 21% más de hombres que mujeres tienen acceso a Internet  —esta cifra aumenta al 52% en los países menos desarrollados del mundo. Esta disparidad de género se vuelve aún más perjudicial cuando las funciones clave de la sociedad ocurren en línea a causa del distanciamiento social.

Y esto no termina allí. Tal como Greta Thunberg nos recordó esta semana, “la crisis climática no pasará” y ya debemos ver los efectos de la COVID-19 y del cambio climático en su conjunto. En Zimbabue —epicentro de la crisis alimentaria ocasionada parcialmente por la sequía— las medidas de bloqueo tienen como consecuencia la desesperación de las comunidades: “primero moriremos de hambre”. En contextos de refugiados y conflicto donde los sistemas de salud son débiles, hay grandes obstáculos a la prevención y el tratamiento que hacen que los jóvenes sean particularmente vulnerables. 

Esto puede ser un motivo de desesperación, pero para organizaciones como Plan International son un llamado a la acción. A medida que las restricciones en nuestras vidas cotidianas y nuestras operaciones crecen, en los sectores de desarrollo y humanitarios debemos ser flexibles e innovadores para seguir haciendo nuestro trabajo vital. En Plan International, adoptaremos todas las medidas necesarias para mantener la seguridad de nuestro personal, nuestros aliados y las personas a quienes atendemos mientras continuamos nuestro trabajo con las comunidades, los gobiernos y los socios para divulgar información clave y promover el acceso a la higiene y las instalaciones sanitarias.   Debido a que los países donantes clave enfrentan dificultades económicas por la pandemia, los recursos humanitarios corren peligro de reducirse a medida que las necesidades aumentan. Debemos proteger e intensificar nuestras acciones en escenarios humanitarios. Aun más, debemos atender el pedido de un alto al fuego mundial hecho por el Secretario General de las Naciones Unidas.

En todas las políticas relativas a la crisis, debe hacerse hincapié en la protección contra la violencia de género, la sexual y la infligida por la pareja, así como también contra el matrimonio forzado y la prostitución, la trata de personas y el trabajo infantil. Deben priorizarse los derechos en materia de salud sexual y reproductiva de las niñas y las mujeres; asimismo, deben considerarse básicos los suministros para una adecuada gestión de la higiene menstrual, incluso para las trabajadoras sanitarias, dado que las mujeres representan el 70 % de la fuerza de trabajo mundial en el sector.

Mejorar el acceso a la tecnología para las niñas y las mujeres será aun más importante ya que algunos servicios sociales clave funcionan en línea. El panorama virtual puede ofrecer muchas oportunidades para las niñas: “Vendo productos en línea que organizo yo misma; así puedo ayudar a mi mamá durante la pandemia”, nos cuenta una joven de Dakar (Senegal). Es momento de asegurarse de que las niñas y las mujeres estén digitalmente incluidas, empoderadas y protegidas de la violencia y el abuso en línea.

Por último, las niñas deben poder participar de los espacios de toma de decisiones. A medida que aparecen los efectos de la crisis a largo plazo, debemos trabajar en estrecha coordinación con las niñas y las mujeres de modo de amplificar sus voces y garantizar que sean parte activa del proceso de reconstrucción.  

Con las crisis llegan oportunidades para renovar, reconstruir y repensar. Durante los próximos meses, exploraré con más profundidad algunas de las cuestiones que abordamos en este artículo, a medida que todos los efectos se hagan más evidentes. Cooperaré con mis colegas y con las niñas y las jóvenes de todo el mundo para poner de manifiesto el modo en que la COVID-19 afectará sus vidas y las respuestas que deberíamos dar. Mediante la plataforma en línea de Plan International Girls Out Loud , una niña de Senegal pregunta: “Ahora que no podemos salir, ¿por qué no comenzamos a hablar de otros temas, como por ejemplo el rol que tenemos como niñas?”. A medida que entramos a un período desafiante, mi esperanza es que podamos canalizar la energía positiva de las niñas alrededor del mundo, quienes aún esperan vivir en un futuro con libertad e igualdad de condiciones para llevar a cabo todas sus ambiciones.

*Por Anne- Birgitte Albrectsen, CEO de Plan International

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