Cuidar también es un acto de amor

Joanna tiene 38 años, nació en Colombia y desde hace casi dos décadas vive en Ecuador, país al que llegó buscando una nueva oportunidad de vida. Hoy vive con su hija, su mayor motor y fuente constante de inspiración. “En ese entonces, estaba atravesando un momento difícil; me convertí en madre soltera, me separé del papá de mi hija y mi mamá me envió a estudiar a Ecuador”.

Su primer trabajo fue como secretaria en una empresa de repuestos de carros, pero, aunque cumplía con sus responsabilidades, algo en su interior le recordaba constantemente su verdadera vocación, la que nació cuando era niña: “siempre soñé con ser profesora”. Por un tiempo tuvo que poner ese sueño en pausa, pero jamás lo abandonó. Fue en Ecuador donde decidió retomarlo y comenzó a formarse en el desarrollo del talento infantil.

Hoy lleva casi 10 años trabajando con la Asociación Solidaridad y Acción (ASA), acompañando el crecimiento y aprendizaje de niñas y niños de entre 3 y 4 años en un Centro de Desarrollo Infantil (CDI).

El camino no ha sido fácil. Como migrante, tuvo que enfrentar largos y complejos trámites para regularizar su situación “Estar en un país que no es el tuyo, también es un poco difícil”. A pesar de ello, su entorno laboral, ha sido un espacio de apoyo. No ha vivido grandes conflictos ni con las niñas o niños ni con sus compañeras. Ha tenido, sí, momentos de tensión o diferencias, pero ha aprendido a manejarlos con respeto y diálogo.

Su jornada laboral es larga y exige mucho: no solo cuida y acompaña a las niñas y niños con amor y paciencia, sino que también se encarga de registrar asistencias, realizar observaciones, llenar fichas de salud y mantener las carpetas de las niñas y niños al día. “Cada día hay muchas cosas. A veces nosotras aprendemos también de las niñas, niños y de todas las personas que están aquí a nuestro alrededor”. Son tareas muchas veces invisibles, pero esenciales, que requieren energía, constancia y dedicación.

Para Joanna las palabras “Más derechos, mejores cuidados” encierran una verdad fundamental: el bienestar de las educadoras es clave para brindar un cuidado digno y de calidad. “Nosotras también necesitamos ambientes saludables para crecer y hacer bien nuestro trabajo”. Sabe que cuando una educadora está bien – no solo en términos de salario o papeles, sino también de respeto, dignidad y bienestar – su trabajo se transforma en algo más completo, más justo, más amoroso. Y eso repercute directamente en el desarrollo de la niñez.

Aunque el proyecto aún no se está implementado, Joanna tiene muchas expectativas. Lo ve como una oportunidad para fortalecer su voz, adquirir herramientas, conocer y defender sus derechos como educadora y como mujer trabajadora. “Porque si cumplen con mis derechos, por ejemplo, digamos que en la salud, si yo estoy bien con mi salud yo puedo atender mejor a las niñas y niños, ya que muchas veces venimos enfermas a trabajar o no podemos irnos al médico; o, a veces incluso en el seguro mismo, no encontramos citas y no nos atienden y nos toca venir así, enfermas a trabajar, y también es un poco difícil en el tema de trabajar con los niños y las niñas, porque si es cansado, y venir enferma sin energías es demasiado agotante”.

Joanna también señala otros desafíos que afectan su día a día: los retrasos en el pago del salario, la dificultad para cubrir gastos básicos como el transporte o el alquiler, y la carga emocional que eso implica. “Ahora por lo menos ya nos han cancelado a nosotros el sueldo, porque ese es uno de los temas que a veces siempre se demoran. Por ejemplo, el no tener nosotros para los pasajes, no tener para comer, no tener para pagar el arriendo también es algo super difícil que nos afecta emocionalmente, igual, nos toca venir a trabajar así. Sin embargo, damos todo de nosotros, trabajamos, pero sí es algo que también nos perjudica igual bastante porque tenemos las preocupaciones en la cabeza. Ustedes saben que una renta no lo esperan 2, 3, 4 o 5 meses que se demoren en pagar entonces es un poco complicado. ¿Por ejemplo, respetan un derecho?, no porque y aparte que me lo están vulnerando a mí, también vulneran los derechos de las personas que están atrás de mí porque yo tengo una hija también” comenta hablando de la importancia de conocer sus derechos, saber a dónde acudir, tener redes de apoyo y herramientas para afrontar las dificultades que se presenten, para seguir adelante.

Hoy, Joanna mira al futuro con esperanza. Su historia es una mezcla de lucha, vocación y profundo amor por lo que hace. Participar en este nuevo proceso significa para ella la posibilidad de crecer, de fortalecer su voz y de asegurar mejores condiciones para quienes, como ella, cuidan, enseñan y acompañan los primeros pasos de la infancia, porque cuidar también es un acto de amor.

Autora: Paula Carrión, Especialista de Monitoreo y Evaluación

Proyecto “Más derechos, mejores cuidados” (SOAR)

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